La necesidad de una mejor calidad asistencial

La necesidad de una mejor calidad asistencial

La primera pregunta a responder es: ¿qué se entiende por calidad? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS): “la calidad de la atención es el grado en que los servicios de salud para las personas y los grupos de población incrementan la probabilidad de alcanzar resultados sanitarios deseados y se ajustan a conocimientos profesionales basados en datos probatorios”.

Extrapolado al ámbito sanitario, la calidad asistencial es una cultura. Como tal, no se puede reducir a la confirmación de entrega de un producto o un servicio excelente. No. Cuando se habla de calidad asistencial hay que mencionar sus dimensiones, que abarcan desde la gestión clínica, pasando por ámbitos como la seguridad del paciente hasta el propio desarrollo del profesional sanitario. 

 

Elementos de la calidad

 

Según la OMS, para considerarse como servicios de calidad los distintos elementos que debe abarcar la sanidad son: 

 

  • Eficacia.
  • Seguridad.
  • Humanización, es decir, centrados en la persona.
  • Servicios oportunos. Con menos tiempos de espera y demoras tanto para quienes reciben el servicio como para quienes lo prestan.
  • Ser equitativos.
  • Estar integrados. En otras palabras: atención coordinadas a todos los niveles y entre distintos proveedores que faciliten toda la gama de servicios sanitarios.
  • Eficiencia.

 

Tan importante son las buenas prácticas y los procesos de mejora en el ámbito de la calidad asistencial, que incluso los Objetivos de Desarrollo Sostenible subrayan que la calidad es un elemento clave de la cobertura sanitaria universal. Asimismo, datos de la OMS estiman que los sistemas de salud de alta calidad a nivel mundial podrían evitar 2,5 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares, 900 000 muertes por tuberculosis, 1 millón de muertes de recién nacidos y la mitad de todas las muertes maternas cada año.

Por este motivo, aprender y avanzar en una cultura de calidad asistencial implica una visión global de la propia gestión (“calidad total”) y tiene un sentido tecnológico claro: la creación de una cultura organizacional inteligente a través de las rutinas de mejora sistemática y sistémica, es decir, una mejora continua y continuada. La calidad es, por tanto, la tecnología de la gestión del rendimiento a base de aplicar el método científico al ámbito de la gestión.